martes, 15 de septiembre de 2009

CURSO DE HERMENUTICA LECCCION 17

CURSO DE HERMENÉUTICA

LECCION 17

INTERPRETACIÓN TEOLÓGICA

Es parte de la hermenéutica; un teólogo no puede serlo sin ser también un hermeneuta. Para hacer teología primero debe hacerse exégesis.

La Biblia es el medio por el cual Dios se revela. Para poder hacer teología, se requiere primero hacer una interpretación—inclusive para elaborar las divisiones teológicas. De ningún pasaje se puede hacer una interpretación teológica sin primero hacer una hermenéutica. Igualmente, el exegeta se basa en la teología para interpretar.

PRINCIPIO ESENCIAL

El significado doctrinal atribuido a un texto debe estar en consonancia con la enseñanza que la Biblia da en su totalidad. Es lo que se llama analogía de la fe .

LA TEOLOGÍA Y LA DOGMÁTICA

La diferencia básica entre ambas es que la teología es dinámica (se trabaja, elabora e investiga), mientras que la dogmática es estática (se establece y es fija e inmutable). La teología es un trabajo, la dogmática, el resultado de ese trabajo.

PRINCIPIOS BÁSICOS PARA LA INTERPRETACIÓN TEOLÓGICA

No se puede realizar al azar o al gusto del intérprete.

• El análisis lingüístico debe preceder a la interpretación teológica.

No se pone el carro delante del caballo. No se deben hacer juicios a priori basados en especulación , deben basarse en comprobación . Debe haber argumentos que sostengan la teología ( por ejemplo, que Jesús es Dios).

• La interpretación teológica ha de efectuarse teniendo presente la estructura doctrinal de las Escrituras.

La estructura doctrinal está presente a través de toda la Biblia. No se puede sacar algo que sólo tenga aplicación aisladamente, haciendo a un lado todo lo demás (por ejemplo, determinar del libro de Santiago que las obras son lo más importante. Sin considerar el resto de la Biblia, se podría pensar que la salvación es por obras, cosa que no es así. O de Timoteo, decir que la mujer se salva sólo teniendo muchos hijos) Actuar así daría pie a una teología equivocada. Se sacan así doctrinas erróneas y antibíblicas. Las doctrinas o liturgias equivocadas provienen de desacatar este principio.

Hay doctrinas que no son interpretables si no se toma en cuenta la totalidad de la Biblia, como la existencia de un Dios único, soberano, bueno, todopoderoso. Los esencialistas dicen que o es todo bueno, o es todopoderoso. Pero ellos no están contemplando todo el contexto, pues el mal existe porque el hombre tiene capacidad de elegir libremente; Dios ha permitido que sea responsable de sus decisiones. “Dios no es tan malo como para castigarnos eternamente”, dice la iglesia católica. Pero entonces Dios sería pusilánime y no sería justo. Esto se entiende de toda la Escritura.

La creación del hombre a imagen de Dios es otro punto. Sí fue creado así, y todavía tiene esa imagen, pero está profundamente deteriorada debido a la caída. Será restaurada al estado original.

No se puede hacer una interpretación teológica sin considerar todo el marco de la Biblia.

• La interpretación teológica ha de asumir tanto la unidad esencial como el carácter progresivo de la revelación.

La Biblia es una unidad—no podemos dividirla a nuestro antojo, ni mucho menos creer que podemos tomar de ella partes aisladas. A pesar de que haya partes que no nos gusten, no podemos recortarlas y desecharlas para volverla a armar a nuestro gusto. Hay un principio de indivisibilidad y de inmutabilidad. Desde un principio es la verdad, pero Dios la ha ido ampliando. En un momento histórico no se sabe todo lo que podría saberse—por ello se debe considerar el todo y su permanencia. La Biblia no va cambiando, sino que el hombre ha cambiado y la manera en que Dios trata con él ha cambiado acordemente—las dispensaciones vienen por esto. El trato de Dios con el hombre se adecua a la situación del hombre, pero el plan esencial de Dios sigue siendo el mismo.

La Biblia se va abriendo cada vez más, y entre más la estudiamos, obtenemos más de ella. Por ello la interpretación no ha de ser subjetiva, sino objetiva: de acuerdo a lo que ES.

• La interpretación teológica ha de apoyarse preferentemente en textos de sentido literal.

No soslaya el hecho de que existe un lenguaje figurado, que también ha de tomarse en cuenta. De preferencia se apoya en lo textual, para no entrar en polémicas por interpretar erróneamente lo figurado. Las doctrinas o enseñanzas deben basarse en idioma literal para que no se presten a interpretaciones “chuecas”. Tampoco debe tomarse de lo temporal, como el uso del velo por las mujeres, o el lavado de pies—doctrinas provenientes no de algo permanente, sino de algo temporal y por tanto, no siempre aplicables.

Si uno observa este principio, obtendrá doctrinas sanas, rectas y correctas. No habrá desviaciones si se toman en cuenta todos los textos literales y no aquellos con sentido figurado. La mayoría de las parábolas son en sentido figurado.

Un “principio bíblico”, doctrina o teología basados en un texto de sentido figurado nos hacen parar las antenas. No así algo tomado de un evangelio o una epístola donde se dice directamente.

• Las conclusiones doctrinales deben basarse preferentemente en el Nuevo Testamento.

No significa que no vamos a usar las del Antiguo Testamento, pero el nuevo Testamento es el contexto de la iglesia, mientras que el Antiguo era para el pueblo de Israel en un tiempo específico, aunque sí contiene promesas, principios y mandamientos. Un ejemplo son los sacrificios—ya no se hacen porque ya no son requeridos, pero el principio de dar lo mejor sigue siendo aplicable, como usar billetes nuevos para la ofrenda o el diezmo, aunque esto no es un mandamiento. Es un principio, y de los principios no se hacen doctrinas. No son obligatorios, son sólo guías.

Los diez mandamientos se pueden aplicar hoy en día, aunque se deben contextualizar, como en el décimo, ya no se codicia el buey, pero sí el auto, no el siervo, pero sí el empleo... la esencia, sin embargo, no se pierde. Sigue siendo la misma. Alguien cerrado querría aplicarlo tal cual a los bueyes y los asnos.

Por tanto, las doctrinas y enseñanzas deben provenir el Nuevo Testamento, y aún así, no muchas de los evangelios que todavía eran para los judíos. Hasta los primeros capítulos de Hechos tienen sabor judío—es a partir de la apertura a los gentiles, con el éxtasis de Pedro que inicia la era de la iglesia propiamente dicha. Un ejemplo es la doctrina del Antiguo Testamento aplicada a la iglesia (errónea, obviamente) de no comer animales de pezuña hendida. No es pecado comer jamón o tocino. Esa enseñanza no aparece en el Nuevo Testamento; allí se dice que uno se coma lo que le den a comer.

No queramos de cosas específicas del Antiguo Testamento hacer doctrinas. Sí hay principios aplicables, pero no se deben establecer como doctrinas, sino tomar su esencia . Las que tomemos del Antiguo Testamento, que sean de carácter permanente.

En cuestión de ropa, bebida, comida, no hay mandamiento, pero sí hay principios, y uno de ellos te llama a considerar la conciencia de otro. No lo dejas de hacer porque sea un problema para ti, sino porque otro pueda apartarse debido a ello.

Si se va a obtener un principio del antiguo Testamento, que sea universal, permanente, claro y literal.

Las promesas también tienen que ver con a quién son dirigidas: si la promesa es universal, o tenía como destinatario a alguien específico. Por ejemplo, la promesa a Abraham de una numerosa descendencia, esa era sólo para él.

• La interpretación teológica no debe rebasar los límites de la revelación.

Debe ser leal y fiel a lo que dice la Biblia. No se deben hacer doctrinas especulando, ni infiriendo, ni fuera de la Biblia. Si la Biblia no dice más, entonces uno se debe de quedar callado, o expresar una opinión personal, advirtiendo que se trata de eso (como “Yo creo que Apolos es el autor de Hebreos”). Las cosas no reveladas pertenecen a Dios. El no quería que supiéramos y no nos lo dijo. Cosas como la fecha de la Segunda Venida, quién va a ser el anticristo. No se hagan doctrinas y se obligue a los demás a creer en algo que uno especula. Al hombre le gusta creerse más sabio que Dios, y eso es por demás peligroso.

• Un buen intérprete marca la diferencia entre una promesa, un mandamiento, una verdad y un principio bíblico.

Esto es para no confundir, y no estarle exigiendo a Dios algo que Él no prometió. Algunos pasajes tomados como promesa no lo son, como Pr 22:6 (no es una promesa, es una cláusula de causa-efecto); Hch 16:31 (sólo el carcelero de Filipos recibió esta promesa, pero no necesariamente se cumple en todo hogar).

No se debe tomar una promesa hecha a Israel en un momento específico y aplicarla a la iglesia en general, considerándola perpetua. Un caso así es la “risa santa” que proviene del Salmo 126:2. No tiene contexto en el culto, provoca desorden, es darle rienda suelta a las emociones y no tiene nada de santo. El Salmo habla del regocijo del momento en que volvieren los cautivos, que era un momento histórico determinado—con sólo leer el contexto esto queda bien claro. Aunque la quisiéramos trasladar, entonces sólo sería aplicable en el momento mismo de la salvación, al salir de cautiverio y nada más.

Un principio o verdad en tanto que sea practicado, será verdad para uno, pero cuando uno se aparte de él o ella, dejará de serlo. Un ejemplo es 2 Ti 2:11-13. Si nosotros fuéremos fieles, Dios permanecerá fiel a Su Palabra y se cumplirá lo que ha dicho (v. 11-12). Pero si nosotros no cumplimos, Él cumplirá lo que ha establecido como castigo para los que no cumplen. Igualmente sucede con otros principios: mientras nosotros estemos acatando las condiciones, serán reales en nuestra vida, pero si las quebrantamos, entonces no podemos esperar verlos cumplidos.

Un mandamiento es una instrucción básica para el pueblo redimido y debe ser obedecido siempre.

Con una orientación teológica y hermenéutica sanas, uno se da cuenta de todos los errores que cometen aquellos que no conocen los principios de interpretación. Estemos advertidos de que la naturaleza humana siempre ha de querer llevarle la contra a Dios y rebasar los límites que Él ha establecido, por lo que debemos de tener cuidado de no interpretar yendo en contra de lo que Dios ha dejado claro. No tratemos de condonar prácticas abominables y aberraciones violentando a la Palabra misma.

LAS GRANDES DOCTRINAS

Las grandes doctrinas que nos sirven como faro, indicándonos la dirección correcta en nuestra interpretación, resaltan la verdad bíblica. Se formularon después de un riguroso examen hecho por esclarecidas mentes y están basadas en la totalidad de la Biblia. Las extremadamente importantes son (nota 4) :

• Dios existe eternamente en una bendita tri-unidad de Padre, Hijo y Espíritu Santo, que conocemos por la revelación de las Sagradas Escrituras.

• Dios es el Creador de todas las cosas, y Sustentador de sus obras.

• El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, por decreto especial divino, dotado de una naturaleza espiritual además de la material, por lo que puede conocer a Dios y glorificarle, que es el objeto principal de su existencia.

• El hombre, creado en inocencia, cayó en pecado por un acto de desobediencia, y de esta raíz surgen todos los males que afligen a la humanidad.

• La perfecta naturaleza divina del Señor Jesucristo se une indisolublemente a su perfecta naturaleza humana, sin pecado, siendo una persona eternamente indivisible, y vehículo de la plenitud de Dios.

• El Señor Jesucristo es el único Salvador de los hombres, y único mediador entre Dios y los hombres, habiendo llevado a cabo la obra de la propiciación, expiación y redención por medio del sacrificio de sí mismo en la Cruz del Calvario.

• El Señor Jesucristo resucitó corporalmente y ascendió a la diestra de Dios, desde donde él solo administra los frutos de su obra de salvación, hasta consumar su reino e introducir la nueva creación en su plenitud.

• El hombre pecador se salva por medio de Cristo y su obra, que ha de recibir por el arrepentimiento sincero y una fe vital. Por tal medio el pecador puede ser perdonado, justificado, redimido y reconciliado con Dios. Desde otro punto de vista es regenerado y participa de la vida de Dios por medio de Cristo y la operación del Espíritu Santo.

• El Espíritu Santo fue realmente dado a la Iglesia en el Día de Pentecostés. El solo da unidad espiritual a la Iglesia, que es el conjunto de todos los verdaderos creyentes: regenerados éstos y unidos vitalmente unos con otros y con la cabeza, que es Cristo.

• Habrá una primera resurrección para vida, que incluirá a toda alma creyente, y una segunda resurrección para juicio y condenación para todos los rebeldes.

• Los hechos que se presentan en los Evangelios son históricos, bien que reflejan pensamientos eternos de Dios. Toda la Escritura es inspirada divinamente, entendiéndose por “inspiración” un acto especial de Dios, quien dio a conocer su voluntad a través de siervos que Él escogió. De modo que toda la Biblia es la Palabra de Dios en sí, y única fuente y norma de la verdad.

Apegarse a estas doctrinas fundamentales es esencial si uno ha de interpretar sanamente la Biblia.

LECCION 18

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